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psicologavecindariomariajesus MI PAREJA ES CELOSA. ¿QUÉ HAGO?



Lo primero es saber con quién se está, dónde se encuentra uno en la singladura de la relación, cuál es la gravedad de la situación, el nivel de tolerancia o las líneas rojas que no se deben traspasar y cuándo se debe buscar ayuda. Se analizan serenamente las circunstancias presentes y cómo se ha llegado a ellas.
Puede suceder que los celos no alcancen una gravedad o una intensidad que llegue a hacer imposible la vida de pareja. Puede tratarse sólo de una molestia o un fastidio que, aunque afecte seriamente a la relación, sólo la ponga a prueba de cuando en cuando. Se trataría de situaciones sin gravedad y tolerables, en las que la decisión fácil es tratarlo con la pareja e intentar adaptarse y llevar adelante como sea la relación. En ese caso, el cariño puede volver a brillar como antes y la relación renace fortalecida. Cuando surgen conductas de celos, hay que hablar y aclararlas.
 En el límite, en la línea roja, estos comportamientos afectan seriamente a la vida de pareja, todo se organiza alrededor de los celos y las discusiones sobre el tema son continuas. Se deben valorar los costes personales, profesionales o de otro tipo de sus exigencias y negarse a ellas si no se consideran apropiadas. Si el diálogo y la reflexión no consiguen atenuar las cosas o cambiarlas, es el momento de proponer a la pareja acudir a un profesional para que ayude a resolver la situación. Es frecuente que el celoso acuda a la consulta obligado por su pareja bajo la amenaza de romper la relación. Antes de llegar a ese extremo deben probarse otras alternativas más amistosas y consensuadas. Es mejor convencer basándose en las ventajas derivadas de superar las situaciones de malestar y sufrimiento que experimenta, antes que recurrir a la coacción o al chantaje emocional. El enfoque es más positivo, ya que el énfasis de los argumentos descansa más en los inconvenientes de sus emociones negativas y en los beneficios que se pueden obtener.
Si vive con un celoso, recuerde que:
a)    Es una persona con miedo, que se siente amenazada y, en algunas ocasiones, herida.
b)    Es alguien excesivamente sensible hacia todo lo que remotamente se puede interpretar como una amenaza a la relación.
c)    Es importante crear un ambiente de tranquilidad, que le dé seguridad y confianza, hablando y aclarando los temas y sucesos cuando sea razonable o necesario
d)    Manifieste siempre sus sentimientos cuando le pregunte cómo se encuentra. Si le molestan los celos de su pareja, debe decirlo, hacerle ver lo irrazonable y absurdo de su posición y quejarse del daño y sufrimiento que a usted le provocan. Todo ello de la manera más cercana, cortés y respetuosa, pero firme. Una táctica que algunos utilizan es poner ejemplos de personas conocidas de ambos que muestren celos excesivos. Al referirse a terceros se subraya su carácter celoso como infundado y excesivo. Por ejemplo: «¿Sabes que el marido de Ana es muy celoso? No la deja ir sola al supermercado. ¿Habrá un tío más raro?» o «Antonio es celoso hasta decir basta. No le deja a su mujer ni el menor escote. Va vestida como una monja. ¿Cómo se puede ser así en estos tiempos? No sé cómo ella lo aguanta». Una estrategia de este estilo, reiterada, pero sin agobiar ni cansar y variando los protagonistas y las conductas de los ejemplos, puede ser eficaz en muchos casos.
e)    Igualmente, el celoso anticipa y padece un dolor psicológico que puede ser más o menos intenso. En algunos casos puede llegar a ser equiparable o superior al dolor físico más atroz. Como persona herida, se defiende y puede atacar. Por ello, el trato que se le da debe ser cuidadoso, dirigido a atenuar sus males y a que no se cause daño ni a sí mismo ni a nadie. Pero esto no quiere decir que sus ideas y sus comportamientos se acepten como tales. Se le debe decir claramente, y con el mayor respeto y cariño, cuáles de sus ideas, actitudes y actos son inaceptables y por qué se piensa que es así. Nunca se debe asumir la responsabilidad de los celos no motivados del otro. No hay que pagar los platos que rompe con su comportamiento exagerado e irracional. La conducta debe ser la que se corresponde con los deseos, circunstancias, limitaciones e historia personal de cada cual. Esto quiere decir, por ejemplo, no privarse de saludar ni de hablar con nadie, ni cambiar de aficiones, estudios u horizonte profesional sólo por el hecho de que la otra persona abrigue celos infundados. Uno debe vivir su propia vida, no la de otro. Se trata de convivir, es decir, de vivir con otra persona; de recorrer juntos el camino de la vida, no de someterse a sus manías y exigencias. Todos tenemos derecho tanto a nuestro espacio íntimo en el día a día como a intentar llevar adelante nuestro proyecto de vida personal en todos los ámbitos que podamos. A primera vista, puede parecer contraproducente no inhibirse delante de la pareja. Por ejemplo, al escuchar un comentario elogioso sobre un posible rival amoroso, el celoso se inquietará y pensará: «Si esto lo hace delante de mí, ¿qué no será capaz de hacer a mis espaldas?». Pero es esencial no esconderse y que la libertad de uno no se vea coartada. Si se cede desde el primer momento o incluso en los asuntos aparentemente más sencillos, y sin ninguna otra motivación, se refuerza la conducta controladora de la persona celosa y se le da pie a que exija más.
Un primer objetivo es que el amante celoso se sienta seguro, mostrando lo bien que se está juntos, sin dar explicaciones de todo lo que se hace. Por cautela y para evitar problemas, discusiones o escenas de celos, puede surgir la duda de si es conveniente, en un momento dado, no decir algo que pueda alarmar o suscitar una avalancha de preguntas directas o de pesquisas más o menos sutiles. Se miente o se oculta información en este caso para no generar desconfianza, para no empeorar la relación y para no generar problemas. Para ahorrar explicaciones y no tener que generar excusas y más excusas. Pero sólo debe hacerse de forma ocasional, pues si se prolonga este comportamiento sigiloso se puede llegar a situaciones insostenibles, a molestias no manifestadas o enfados y, sobre todo, a un estado crónico de desconfianza y ocultación de información. Además, cuanta más información se oculta, más probabilidades hay de que la descubra y, por tanto, de que empeore la relación. Por eso, en caso de duda es mejor hablar.
Hay que decir que hablar las cosas es la mejor manera de abordar las situaciones difíciles, pero no es una fórmula mágica que lo resuelva todo. En algunos momentos puede que no solucione nada. Sólo debería hacerse cuando se puede razonar, por lo que no merece la pena intentarlo en estados de gran agitación. Siempre puede servir para desahogarse, decir lo que uno piensa y siente; también para saber qué experimenta y opina la otra persona y para intentar, al menos, aclarar o resolver algún aspecto concreto del problema. Dicho esto, hablar las cosas y aclararlas permite no caer en sus trampas y chantajes emocionales, que suelen llevar a escenas de celos y fuertes discusiones. Se puede recurrir a sus propios argumentos, con expresiones del tipo: «Si tanto me quieres, por qué no confías en mí». Si sale a la luz una situación que pueda ser objeto de sospechas o de discusión, conviene aclararla en todos sus extremos. Igualmente, es conveniente no dar celos intencionadamente ni reprochárselos, esto es, no hay que «picar» al celoso. Por otro lado, un chantaje emocional continuado es intolerable. Quien lo utiliza continuamente o lleva la presión al límite para conseguir algo, por ejemplo, con expresiones del tipo «si me quieres de verdad», simplemente no quiere a su pareja. Sólo se ama a sí mismo. Se debe evitar el reproche continuo. No hay que echarle en cara a la otra persona que todo lo que le ocurre es por culpa de sus celos, sino hacer todo lo posible por ganar y generar su confianza. Se la quiere porque posee muchos otros valores y es en ellos en los que hay que concentrarse, así como en los buenos momentos que se pasan y se han pasado juntos y en los proyectos en común para el futuro. Se trata de una labor de todos los días, durante mucho tiempo.
Unos celos exagerados, de tipo neurótico, se irradiarán y extenderán a toda la relación y pueden convertirla en una tortura y hacerla inviable. Si ése es el caso, es también el momento de buscar ayuda profesional. Muchas personas agobiadas por los celos sin motivos de sus parejas obligan a buscar ayuda profesional bajo la amenaza de romper definitivamente. Pero antes de llegar a palabras mayores hay que intentar resolver la situación a través del diálogo. Más graves aún son los casos de celos manipuladores y delirios de celos. Llega el momento de buscar rápidamente ayuda profesional o de poner fin a la relación en las mejores condiciones posibles. Lo más importante es calibrar sus reacciones e intentar anticipar cuándo puede haber un peligro. Las señales de alarma son variadas. Entre ellas se encuentran:
·         Expresiones que revelen preocupación excesiva causada por indicios sin base o por el interés que se pudiera albergar hacia otras personas («Te quiero sólo para mí»).
·         Preguntas insistentes acerca de personas con las que se habla: «¿Quiénes son esos amigos?», «¿De qué lo conoces?», «¿Cómo es que te lo has encontrado?», y acerca de detalles de la conversación o conversaciones mantenidas: «¿De qué habéis hablado», «No entiendo por qué tienes que hablar con él», «¿De qué tienes que
·         hablar tú con ella?».
·         Inseguridad excesiva. Susceptibilidad, no acepta sugerencias ni críticas constructivas.
·         Desconfianza. Preguntas reiteradas sobre idas y venidas. Pone en duda sistemáticamente las respuestas.
·         Exceso de críticas. Todo le parece mal. Da consejos acerca de cómo vestirse o maquillarse y se enfada si no se le hace caso.
·         Control y supervisión de horarios, actividades o desplazamientos.
·         Expresiones que buscan minusvalorar o humillar: «Eres una ingenua, confías mucho en la gente, te pueden engañar». Deja mal a la pareja delante de conocidos, amigos, familiares o compañeros de estudios o trabajo.
·         Limitación de actividades sociales, en especial de contactos con la familia y amigos («No me gusta que salgas sola con tus amigas»). Conductas de retención con
·         amenazas y coacciones.
·         Escenas de celos.
·         Irritabilidad y reacciones agresivas. Hace comentarios desfavorables que van creciendo en agresividad y frecuencia, dirigidos a múltiples facetas de la víctima, desde su comportamiento general o particular hasta el aspecto físico. También ataca, rebaja y denigra a cualquier posible rival.
Estos comportamientos pueden manifestarse con diferentes grados de intromisión en la vida privada. Desde la pregunta con aspecto inocente, como quien no quiere la cosa, incluso con cierto aire de indiferencia, hasta el interrogatorio duro en tono despectivo o amenazante. De entre las señales de alarma destaca la pauta continuada de los celos posesivos y manipuladores: intentar limitar la vida y las opciones de su pareja de forma sutil o abierta. Esto se detecta cuando muchas actuaciones manifiestan la intención de que la persona amada haga lo que el celoso diga, y el no hacerlo va acompañado de la amenaza, la coacción o la agresión.
Si sospecha que puede haber una agresión:
·         Conózcalo bien.
·         Conozca su entorno, sus amistades, los amigos de sus amigos.
·         Haga tareas de inteligencia con discreción. Recoja datos e información relativa a costumbres, hábitos y aficiones; y sobre parejas anteriores, por ejemplo, el motivo de la ruptura o rupturas.
·         Sea prudente en sus comentarios. Sepa bien qué es lo que puede desencadenar una escena de celos o un ataque verbal o físico.
·         Detecte las señales de peligro, sus antecedentes: qué hizo, cuándo, a quién (antiguas novias o parejas).
·         Anticípese. Esté preparada para el peor escenario: cómo defenderse, cómo pedir ayuda y cómo huir. Tenga a mano los teléfonos de emergencia y de asistencia a mujeres maltratadas.
·         Es muy importante saber cómo se comporta bajo los efectos del alcohol y otras sustancias, como la cocaína. Como se ha visto, el alcohol puede contribuir a desencadenar una agresión.
·         La separación aumenta el peligro de agresión física. Hágase a la idea no sólo de que la relación no ha terminado, sino de que el riesgo es aún mayor. No baje la guardia y tome medidas de protección suficientes.
·         Ante la amenaza de agresión o ante la agresión real, por leve que sea, se debe cortar de inmediato con la pareja. En España existen un teléfono de atención a la mujer
·         maltratada, 016, y servicios de asesoramiento completos (psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, abogados) ofertados por entidades públicas y organizaciones privadas. No dude en seguir las indicaciones de protección que se le indiquen.
·         La agresión verbal, en forma de insultos o amenazas, debe atajarse de inmediato y se debe reclamar respeto. Si no se detiene y se repite, es el aviso de una futura agresión física o de un trato denigrante que no se debe consentir.

Centro de Psicología María Jesús Suárez Duque

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