FUNCIÓN ADAPTATIVA
DEL DOLOR
El dolor es desagradable, nadie quiere tener dolor. Sin
embargo, el dolor desempeña una función adaptativa ya que el hecho de que sea
desagradable hace que sea algo efectivo y esencial en la vida. El dolor nos
protege, nos avisa de que estamos en peligro, frecuentemente antes de que nos
lesionemos o de que nos lo hagamos gravemente. El dolor hace que nos movamos de
modo diferente, que pensemos y nos comportemos de forma distinta, lo que también
es vital para la curación.
A veces, el sistema del dolor parece, que se comporta de
forma extraña – por ejemplo, puedes clavarte un clavo en el dedo y no darte
cuenta de ello hasta que ves sangre en la zona lesionada. Otras veces, sin
embargo, el sistema del dolor falla – algunos tipos de cánceres malignos no son
dolorosos, por esta razón pueden desarrollarse sin ser detectados hasta
convertirse en algo realmente serio.
Exactamente de la misma manera que, aunque no exista en absoluto
ningún problema en tus tejidos corporales, nervios o sistema inmune, sentirás
dolor si tu cerebro piensa que estás en peligro. Esto es así de
simple y de difícil al mismo tiempo.
Normalmente, el dolor se manifiesta cuando tu sistema de alarma
corporal alerta al cerebro de un peligro de lesión en los tejidos, ya sea real
o potencial. Mas esta respuesta es sólo una parte de una larga historia. El
dolor, verdaderamente, involucra a todos tus sistemas corporales y todas las
respuestas que se producen tienen como objetivo la protección y la curación.
Sin embargo, cuando la mayoría de nosotros pensamos en el dolor, recordamos una
experiencia desagradable y horrible, que hace que reaccionemos intentando hacer
algo frente a esa situación.
De hecho, el dolor puede ser tan efectivo que puede llegar al punto
de no dejarte pensar, sentir o concentrarte en cualquier otra cosa. Si el
cerebro piensa que sentir dolor no es lo más adecuado para la supervivencia
(imagina un soldado herido escondiéndose del enemigo) puedes no sentirlo en ese
momento, incluso con una lesión muy grave.
Hay muchos mitos, malentendidos y miedos innecesarios en relación
con el dolor. La mayoría de la gente, incluidos muchos profesionales de la
salud, no tienen una concepción actualizada del dolor. Esto es, en cierto modo,
desalentador ahora que sabemos que entender este proceso ayuda a enfrentarse a
él con eficacia. Existen dos aspectos importantes con respecto a explicar el
dolor: la fisiología del dolor puede ser fácilmente entendida por cualquier
persona normal y corriente; y comprender la fisiología del dolor cambia el modo
de pensar sobre él, reduce su significado amenazante y ayuda a su tratamiento.
El dolor de las
picaduras, el dolor postural y el de los esguinces son simplemente dolores
cotidianos que pueden relacionarse fácilmente con cambios en los tejidos. El
cerebro saca la conclusión de que los tejidos están en peligro y que es
necesario hacer algo, que incluya conductas para ayudar a su curación.
Una ventaja adicional
es que recordar el dolor te protegerá de caer dos veces en el mismo error.
Pero todos sabemos
que el dolor puede ser una experiencia más compleja. La palabra ‘dolor’ también
se usa en relación al duelo, a la soledad y a la sensación de que nadie te
entiende.
¿Qué pasa con el dolor de un desamor que hace
que sea tan devastador como cualquier dolor lumbar agudo?
Este dolor cargado de
emociones nos ayuda a tener una visión más global para poder comprender el
dolor. Todo dolor, de hecho, ¡toda experiencia!, incluye muchos pensamientos
y componentes emocionales. Necesitamos el cerebro para realmente entender
el dolor, especialmente aquel dolor que persiste se expande o es impredecible.
Necesitamos el cerebro para que nos ayude a entender por qué las emociones,
pensamientos, creencias y conductas son importantes en el dolor.
Si en este preciso
instante tienes dolor, entonces no estás solo. De hecho, a cualquier hora del
día o de la noche, alrededor de un 20% de la población mundial tiene un dolor
que persiste más de 3 meses.
Cuando
el dolor persiste y tú sientes que está arruinando tu vida, es difícil imaginar
que pueda servir para algo útil. Pero incluso cuando el dolor es crónico y
horrible, duele porque el cerebro, de alguna manera, ha llegado a la
conclusión, por una u otra razón, normalmente de una forma totalmente
inconsciente, de que estás amenazado y en peligro. La clave es descubrir por
qué el cerebro ha llegado a esta conclusión.
La intensidad de dolor que experimentas no está relacionada
directamente con la cantidad de daño que ha sufrido el tejido.
¿Qué pasa cuando uno se hace un corte con una hoja de papel? La
herida no es profunda, la lesión es pequeña, pero ¡cómo duele! El corte arde,
te pone de mal humor y parece increíble que algo así pueda doler tanto
El dolor lumbar y el de cabeza son los dolores más
comunes en el ser humano. En el dolor lumbar, la investigación ha mostrado que
la cantidad de daño en el disco y en el sistema nervioso raramente se relaciona
con la intensidad de dolor percibida por el paciente. De hecho, muchos de
nosotros tenemos protusiones discales e incluso nervios comprimidos que parecen
muy graves cuando se detectan y, sin embargo, puede no haberse experimentado
previamente síntoma alguno.
Esto puede parecer un poco inquietante, pero realmente debería
tranquilizarnos. Muchos de los cambios en los tejidos son simplemente una
consecuencia normal del hecho de estar vivo y no tienen por qué doler. Y lo que
es más importante, estos cambios no deben necesariamente impedir a nadie llevar
una vida funcional y activa. Es muy probable que cualquier radiografía de la
columna de un anciano muestre alteraciones que podrían ser descritas como
artrósicas o degenerativas. Sin embargo, siguen funcionando perfectamente bien.
En resumen, si no hay dolor, significa que tu cerebro no
interpreta estos cambios en los tejidos como una amenaza.
Muchas y variadas señales pueden relacionarse con la experiencia
del dolor, pero es el cerebro el que decide si algo duele o no el 100% de las
veces, sin excepción.
Bibliografía
Butler, D., Moseley, L., & Sunyata, A. (2010). Explicando
el dolor.
C/ Tunte,6
Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de
correos)
Pedir cita:
630723090
https://www.psicologavecindariomariajesus.es/
Comentarios
Publicar un comentario