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EFECTOS DE LA EDAD, CULTURA Y GÉNERO EN EL DOLOR

Los efectos concretos de la edad, cultura y género en el dolor son difíciles de estudiar y no se conocen completamente, a pesar de que la investigación en esta área se desarrolla con rapidez.

EDAD

La visión médica ha considerado frecuentemente que los ancianos y la gente más joven siente menos dolor que la gente de mediana edad. Esto no es verdad. En términos generales, por ejemplo, si una barrera del tren cae con la misma fuerza sobre un niño de 10 años, un hombre de 45 y uno de 62, todos dirán que duele aproximadamente con la misma cantidad de fuerza. Dicho esto, la respuesta al recibir el golpe variará según la edad. Un bebe chillará, un niño llorará y un adulto reaccionará de diversas maneras.

La prevalencia de algunos dolores, como el dolor de espalda, varía a lo largo de la vida3. Por ejemplo, los que están por encima de los 60 años tienen menos dolor de espalda que los que están por debajo de los 60. Esto muestra, una vez más, que el dolor no está relacionado necesariamente con la severidad de la degeneración de los tejidos.

Comenzamos atribuyendo significado al dolor desde una edad muy temprana.

 ¿Te has fijado que cuando los niños se hacen daño, con frecuencia miran a sus padres antes de chillar de dolor?

Los padres pueden ‘informar’ a sus hijos del significado del estímulo sensorial que éstos sienten. (Los profesionales de la salud también informan a los pacientes del significado de los estímulos sensoriales). El impacto temprano del significado se ha investigado con respecto a las inyecciones: la segunda inyección que recibe un niño provoca más conductas de dolor (Ej. gritar, evitarla) que la primera. También durante las vacunas las conductas de dolor de un joven circuncidado son más obvias que las de un chico no circuncidado


GÉNERO

Las diferencias en la experiencia del dolor pueden deberse a los órganos reproductores y/o a los roles sociales de género. Por ejemplo, pueden seguir estereotipos: rol de madre o padre, las mujeres que usan tacones, los hombres con barriga de cerveza, mujeres con pechos grandes, demandas laborales estereotipadas, “hobbies” o deportes que se practican. Estas diferencias en el dolor son debidas usualmente a diferentes roles sociales y no a una fisiología diferente.

Existe el mito popular de que las mujeres tienen un umbral y tolerancia al dolor más bajos que los hombres, al menos hasta que las mujeres pasan por un parto, momento en el que su umbral de dolor y de tolerancia aumentan ‘mágicamente’. Probablemente muchas mujeres refieran el dolor más sinceramente hasta que han pasado por un parto, momento en el que se sienten ‘obligadas’ a ser más ‘duras’. Todavía se tiende a dar menos medicación a las pacientes de sexo femenino que a los varones, lo que sugiere que los profesionales de la salud consideran más ‘psicológico’ el dolor de las mujeres que el de los varones.

Deberíamos reconocer también que, hasta la fecha, la mayor parte de la investigación en el dolor se ha hecho en animales machos y por investigadores varones. Tal vez nuestra comprensión del dolor cambie cuando estas convenciones en la investigación se modifiquen.

CULTURA

Los ritos de iniciación son un fantástico ejemplo de las influencias culturales, que frecuentemente implican lesiones severas, pero raramente se describen como dolorosas.

¿Sería el dolor una respuesta razonable cuando el motivo de la iniciación es acceder a la edad adulta?

 Con respecto a las crucifixiones (voluntarias) durante la Pascua en Filipinas, poco o nada de dolor se siente.

¿Tendría sentido tener dolor cuando el propósito de la crucifixión es acercarse a Dios?

Muchos estudios muestran diferencias en los umbrales de dolor y en su respuesta entre gentes de diferentes culturas. Por ejemplo, un determinado nivel de exposición al sol se considera doloroso por la gente que vive en el Mediterráneo y, sin embargo, es percibido como cálido por los europeos del norte. ¿Tienen los habitantes del Mediterráneo más razones para considerar el calor por radiación solar peligroso?

Tu dolor nunca será el mismo que el que experimenta tu profesional de la salud o el de cualquier otra persona, aunque tengan el mismo problema

Bibliografía

Butler, D., Moseley, L., & Sunyata, A. (2010). Explicando el dolor.

 

 

Centro de Psicología María Jesús Suárez Duque

C/ Tunte,6 Vecindario (Frente al Centro Comercial Atlántico, a la derecha de la oficina de correos)

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